Ojalá sufriera una amnesia temporal o fuera posible un repentino salto en el tiempo. No deseaba olvidar todo de un plumazo, lo cual resultaba poco factible aunque finalizara hasta el último de sus días, pero bien sabía que el transcurso de los años ejercería su efecto mitigante sobre el dolor y las pasiones, y dicha consecuencia era lo que necesitaba sentir en momentos de desesperación como aquellos.
Las circunstancias desencadenantes de la ruptura le resultaban aún confusas, y hasta los recuerdos que en un tiempo fueron agradables, se volvieron incoherentes y tormentosos, siendo el alimento principal de un estado semipermanente de aturdimiento, y del que a duras penas lograba salir...
En su rutina diaria nunca hubo gritos, desprecio, malas contestaciones, miradas recelosas, o motivos para odiar, sino más bien todo lo contrario. Sin embargo, una especie de agujero negro se fue instalando en sus vidas de forma sigilosa. Como un pequeño desconchón, que aparece cuando menos esperas, y va pudriendo poco a poco las paredeses de casa...
Aquella boca devoró su amor, fue sorbiendo las ilusiones y los proyectos futuros de ambos, y a cambio los llenó de pena, sensación de abandono e incertidumbre.
Mientras intentaba estructurar el caos que invadía su cabeza, un interrogante detenía y enmarañaba aún más sus pensamientos:
¿Por qué aquella indiferencia tan lacerante? El hecho de haberse negado a continuar con aquel "sin sentido" no era suficiente para merecer semejante actitud. Pensó entonces que la losa de ese "punto y final" sería algo con lo que tendría que vivir el resto de su vida...
Y no volvió...
"Me alegré de que todo hubiera terminado, pero no tenías que alejarme así, haciendo como si nunca hubiera pasado, que no éramos nada... Ni siquiera necesito tu amor, pero tratarme así, como a un extraño, resulta tan duro... Sólo eres alguien a quien solía conocer..."
Berni.
Viernes 16/11/2012