-¿Me puedes querer de nuevo?-insistía, una y otra vez...
La mujer no sabía qué contestar. En realidad nunca le había dejado de querer. Es imposible dejar de querer cuando se ha amado a alguien con semejante intensidad. 
Los ojos le brillaban, siempre lo hacían cuando trataba de doblegar su voluntad. Ella se percató de su poder, ese dominio que la ligaba al desencanto continuo que concede una relación con un único flujo de entrega.
Un indicio de raciocinio fue la chispa que iluminó su maltrecha estima, y sus labios y garganta ratificaron un deseo, tantas veces sofocado por su aturdido corazón:
-Nunca lo has necesitado. Y yo...-no sabía cómo explicar aquel arrebato de cordura definitivo-Bueno, yo ya no necesito quererte más...



Berni
Domingo 15/12/2013
1 Response
  1. FJavier Says:

    "Si hubiera que dilucidar un signo para la certeza de un dios, bien podríamos considerar al amor. Lábil equilibrio de una energía efímera con vocación de eternidad. Apenas insinuado en la conciencia de quienes lo sustentan, como el fluir de un sueño, es en ese hemisferio oscuro del hombre donde reside su naturaleza negra y fría, como en la luna, donde la herejía lo destruye."

    Magnífica música.

    Un saludo.

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