Ayer recibí un correo de un amigo, un mail de esos que te causan casi un conflicto moral, porque en un primer momento te hacen reír hasta llorar y luego te provocan una especie de malestar, por haber sido tan insensible, haberte dejado llevar por lo visible, por lo superfluo y, en parte, por la mezquindad humana.

Además, me recuerda que en eso de pedir disculpas, muchos nos quedamos cortos. Reconocer los errores puede denotar debilidad y por eso creo que cuesta tanto. Pero es más bién lo contrario, un gesto de valentía personal, denostado por el orgullo y el miedo al ridículo.
Yo he aprendido a no sentir vergüenza a la hora de disculparme y ahora pido perdón con más frecuencia.

Eso mismo hace la socorrista de una urbanización de San Sebastián de los Reyes, disculparse. Se confundió al mezclar unos líquidos para el mantenimiento de la piscina y el resultado fué "complicado". Afortunadamente no tuvo consecuencias graves, pero supuso un susto tremendo para todo el vecindario.

La actitud de ésta chica demuestra dos cosas:

La primera, que nunca es tarde para disculparse, al contrario de lo que sostiene un famoso grupo (it´s too late to apologize) y quizá, un amigo fan del mismo... ;)

La segunda, que aunque "la líes parda", todo puede dar lugar a la comprensión ajena.


Seguro que la próxima vez el desconocimiento y la experiencia de lo pasado le harán pensarse dos veces sus actos, a veces no somos conscientes de lo que manejamos.

Olé tu gracia!, que después de haber hecho pasar un mal rato a muchos, eres capaz de disculparte y compensar con momentos tan divertidos.






Otros también se disculpan.Va por élla!