Algunas de las lesiones necróticas que pueden aparecer en pacientes vasculares siempre me han parecido tremendas, me impresionan especialmente y me resulta bastante duro, tanto verlas como tratarlas.
Esta mañana, mientras estaba a punto de iniciar una cura de un pié necrótico, con varios dedos totalmente momificados, ha llegado Lola, una de las enfermeras de la Unidad de Escaras del hospital, hemos estado comentando el caso de este paciente, le he transmitido mi preocupación y una gran inquietud que tenía:
Es bastante habitual que, en éstos casos, se produzca una fractura espontánea del hueso (muerto, como todos los tejidos) y te quedes con los dedos del paciente en la mano.
No quiero resultar desagradable, pero ésto suele pasar, al parecer es esperable, lo que inevitablemente tiene que suceder, tarde o temprano... aunque a mí, no deja de parecerme horripilante.
Hemos estado charlando de los casos parecidos que ha habido en la unidad y de otros que ella me ha descrito, de pacientes a los que han tenido que amputar los dos miembros inferiores por lesiones vasculares o por necrosis de origen séptico.
Hablábamos de las consecuencias tan graves y las secuelas tan invalidantes que pueden conllevar ciertas patologías, y el sufrimiento que todo eso acarrea al paciente al que "le toca vivirlo".
Luego hemos comentado la fuerza y la entereza que muchos de ellos tienen, cómo se enfrentan a la enfermedad, cómo plantan cara a la adversidad y deciden vivir, lo más felizmente que pueden, en esas duras circunstancias.
La verdad es que yo los admiro, a muchos de ellos, por esa valentía y ese optimismo que demuestran con su actitud tan vital.
Es muy aleccionador que una chica de veintipocos años que ha perdido ambas piernas, todos los dedos de la mano izquierda y gran parte de los de la derecha, diga, con una sonrisa enorme en la cara, que a pesar de todo, se alegra de estar así, porque al fin y al cabo está viva.
Deberíamos abrir más los ojos y captar la realidad de manera panorámica, con el campo de visión ampliado.
Muchos disfrutarían más de la vida, se quejarían menos y darían gracias por todo lo que poseen... y por lo que no también...
Gracias a la vida.
Berni.
Martes 4/8/09.
Esta mañana, mientras estaba a punto de iniciar una cura de un pié necrótico, con varios dedos totalmente momificados, ha llegado Lola, una de las enfermeras de la Unidad de Escaras del hospital, hemos estado comentando el caso de este paciente, le he transmitido mi preocupación y una gran inquietud que tenía:
Es bastante habitual que, en éstos casos, se produzca una fractura espontánea del hueso (muerto, como todos los tejidos) y te quedes con los dedos del paciente en la mano.
No quiero resultar desagradable, pero ésto suele pasar, al parecer es esperable, lo que inevitablemente tiene que suceder, tarde o temprano... aunque a mí, no deja de parecerme horripilante.
Hemos estado charlando de los casos parecidos que ha habido en la unidad y de otros que ella me ha descrito, de pacientes a los que han tenido que amputar los dos miembros inferiores por lesiones vasculares o por necrosis de origen séptico.
Hablábamos de las consecuencias tan graves y las secuelas tan invalidantes que pueden conllevar ciertas patologías, y el sufrimiento que todo eso acarrea al paciente al que "le toca vivirlo".
Luego hemos comentado la fuerza y la entereza que muchos de ellos tienen, cómo se enfrentan a la enfermedad, cómo plantan cara a la adversidad y deciden vivir, lo más felizmente que pueden, en esas duras circunstancias.
La verdad es que yo los admiro, a muchos de ellos, por esa valentía y ese optimismo que demuestran con su actitud tan vital.
Es muy aleccionador que una chica de veintipocos años que ha perdido ambas piernas, todos los dedos de la mano izquierda y gran parte de los de la derecha, diga, con una sonrisa enorme en la cara, que a pesar de todo, se alegra de estar así, porque al fin y al cabo está viva.
Deberíamos abrir más los ojos y captar la realidad de manera panorámica, con el campo de visión ampliado.
Muchos disfrutarían más de la vida, se quejarían menos y darían gracias por todo lo que poseen... y por lo que no también...
Gracias a la vida.
Berni.
Martes 4/8/09.
Una sensación de quemadura ácida en los miembros, músculos retorcidos e incendiados, el sentimiento de ser un vidrio frágil, un miedo, una retracción ante el movimiento y el ruido. Un inconsciente desarreglo al andar, en los gestos, en los movimientos. Una voluntad tendida en perpetuidad para los más simples gestos, la renuncia al gesto simple, una fatiga sorprendente y central, una suerte de fatiga aspirante. Los movimientos a rehacer, una suerte de fatiga mortal, de fatiga espiritual en la más simple tensión muscular, el gesto de tomar, de prenderse inconscientemente a cualquier cosa, sostenida por una voluntad aplicada. Una fatiga de principio del mundo, la sensación de estar cargando el cuerpo, un sentimiento de increíble fragilidad, que se transforma en rompiente dolor, un estado de entorpecimiento doloroso, de entorpecimiento localizado en la piel, que no prohíbe ningún movimiento, pero que cambia el sentimiento interno de un miembro, y a la simple posición vertical le otorga el premio de un esfuerzo victorioso. Localizado probablemente en la piel, pero sentido como la supresión radical de un miembro y presentando al cerebro sólo imágenes de miembros filiformes y algodonosos, lejanas imágenes de miembros nunca en su sitio. La suerte de ruptura interna de la correspondencia de todos los nervios. Un vértigo en movimiento, una especie de caída oblicua acompañando cualquier esfuerzo, una coagulación de calor que encierra toda la extensión del cráneo, o se rompe a pedazos, placas de calor nunca quietas. Una exacerbación dolorosa del cráneo, una cortante presión de los nervios, la nuca empeñada en sufrir, las sienes que se cristalizan o se petrifican.
¡Gracias a la vida!En mis momentos de bajón estoy aprendiendo a fijarme en la suerte que tengo por muchas cosas y por ello sí suelo darle gracias a menudo: por mostrármelas y mantenerme a flote. ¡Todavía estoy en fase de aprendizaje!
Debemos aprender a disfrutar de cada pequeño gran momento que la vida nos ofrece a diario, y salir reforzados de aquellos episodios amargos con los que nos podemos topar... pero siempre dar gracias, dar gracias a la vida, que nos colma de tanto...
Muy bien Deneb... eso es tener visión panorámica de la realidad.
Creo que estás en el buen camino. Mantente en él.
Un beso para esa resplandeciente estrella.
Algo similar puede ser lo que sientan los pacientes polineuropáticos que tratas a diario, Mr. Escofin Club.
Sólo ellos, una vez en planta y ya más recuperados, te lo podrán describir.
Dolor, profundo e intenso dolor, es lo que sugieren tus palabras.
Joer, Mr.Escofin Club me ha puesto los pelos de punta. Y eso que no suelo entender lo que escribe.