Ayer me quedé perpleja con una noticia que seguro todos habréis visto en algún medio:


Sucedió el 28 de Mayo, pero es ahora, tras la denuncia de la víctima, cuando se ha conocido la historia.
Franns Rilles era un boliviano que trabajaba sin contrato en una fábrica de pan de Gandía. Lo hacía todas las noches durante 12h por un sueldo de 700 euros al mes.
Tuvo la desgracia de sufrir un fatal accidente y su brazo izquierdo se lo amputó la máquina de amasar que estaba empleando para realizar su trabajo.
Su jefe "tuvo a bien" acercarle al hospital más próximo... y digo acercarle, porque le dejó tirado a unos metros del centro médico, advirtiéndole que no debía contar lo sucedido... que dijera que el brazo lo había perdido en un accidente, de otro tipo, supongo.

Después este personaje arrojó el miembro amputado a un contenedor de basura, con lo que anuló las posibilidades de un posible implante, y procedió a limpiar bien todas las huellas del accidente.

No tengo palabras para designar a este "ejemplar" empresario.
Le calificaría con todos los términos groseros existentes aceptados por la RAE, en especial uno, que me viene a la mente de inmediato, pero no lo voy a hacer porque no me parece justo mentar a la madre de este desgraciado, que seguro no tiene culpa de haber regalado al mundo a un desalmado de tal calibre.
A ver que consecuencias legales reales conlleva todo este asunto.
El tipejo debería hacerse cargo de la manutención de Franns y de toda su familia lo que le queda de vida. Eso como poco. Porque todo ese tiempo es el que este desafortunado hombre estará sin su brazo.
La administración ya ha dado un calificativo a este episodio, casi del género gore, que queda ahí para los gloriosos anales de la historia de los accidentes de trabajo de este nuestro país.
Además puede que ahora le concedan el permiso de trabajo...
Es que parece de coña.
Insultantemente irónico... ¿ no creen?.

Berni.
Jueves 11/6/09.