Me he acordado de alguien a quien únicamente conozco de vista.
Está presente durante unos segundos en mi rutina diaria, tan sólo en unos fugaces instantes... pero suficientes para que ahora, sin saber muy bien por qué, sea el motivo de ésta entrada.

Lo veo por las mañanas cuando voy a trabajar.
Siempre está ahí, en el mismo sitio, en el mismo semáforo.
Con su vasito de papel asido por una temblorosa mano, vestido con unos roídos vaqueros y una cazadora sucia, y mostrando un rostro que denota una tristeza inconmensurable.
Pide durante horas para conseguir unos euros que le solucionarán, malamente, la comida, la bebida... y la dosis del día.
A veces la luz ambarina me hace frenar la marcha y detengo el coche a escasa distancia suya.
Cuando el semáforo da paso a los peatones él inicia su particular peregrinaje entre los vehículos, entre cada coche, con el brazo extendido hacia la luna del conductor.
Se acerca y te mira con unos ojos negro azabache que asustan.
Sus pupilas puntiformes se te clavan como agujas ardientes, aunque en el fondo, esa mirada perdida no sea el fruto de un malvado pensamiento, sino consecuencia de mi vulnerabilidad ante la miseria humana, como diría una amiga, de mi desbordada empatía.

Cuando puedo le echo una moneda. Él pide y yo decido darle. La mendicidad no va a ser la solución a sus problemas, pero si es la única salida que de momento quiere o puede escoger, me parece una opción respetable.
Hay personas que no simpatizan con los pedigüeños, y si son yonquies, menos.
"Que no se hubieran metido", suelen decir... actitud simplista ante un complicado y ajeno problema.

Una mañana estuve a punto de atropellarle.
Salió de entre los arbustos de la mediana que divide los carriles de sentido contrario...
"Su calle" es ancha, comercial y muy transitada durante el día, aunque él siempre discurre entre el tráfico.
Menudo susto me dí. El sobresalto terminó de despabilarme el sueño que en aquella mañana insistía en acompañarme.

A lo mejor a él le hubiera dado igual que lo hiciera, atropellarle, digo.
A mí, desde luego, no.

Pienso en los zombies que nos rodean y que muchos no ven.
Pienso en la irónica indulgencia y en su falta a la hora de conceder la gracia del perdón.
Pienso en la cruel ignorancia que algunos demuestran ante el sufrimiento de otros...

Sí, ya sé que pienso muchas gilipolleces, pero no puedo evitar ser una mema moñas sensiblera...
A veces sólo hay que detenerse y mirar, aunque no nos guste lo que veamos...



"Stop and stare
I think I´m moving but I go nowhere
yeah, I know that everyone gets scared
but I´ve become what I can´t be, oh...

stop and stare
you start to wonder why you are "here" not "there"
and you´d give anything to get what´s fair
but fair ain´t what you really need
oh, can you see what I see?"...