Es una de las frases "para la posteridad" que escuché de boca de un enfermo, no hace mucho tiempo.

El paciente en cuestión era un hombre de madura edad que había ingresado en el servicio para control posterior tras una cirugía urológica.
Tenía antecedentes importantes y había sangrado demasiado durante la intervención, así pues al anestesista le pareció prudente pedir una cama de UVI, "por si las moscas"...
Las primeras 12h transcurrieron con normalidad:
Sangrado moderado por los drenajes, estabilidad hemodinámica con correcta función renal, controles analíticos perfectos...
Entrada ya la noche, F, que es como llamaré al enfermo, comenzó a sentirse mal.
Un sudor frío le sobrevino y decía estar mareado. Además sentía un pequeño dolor en el pecho que le impedía respirar con normalidad...
El trazado electrocardiográfico del monitor empezó a mostrar anomalías y de inmediato se le realizó un ECG de control.
"Darle NTG sublingual", ordenó el m.g. "parece un angor..."

A F le se le complicó la cosa con anginas frecuentes, aunque dados sus múltiples antecedentes cardiacos, ésto no pilló de sorpresa a los médicos.
Yo fui su enfermera durante 3 noches seguidas, y la primera de ellas, al darme el relevo la compañera de la tarde, me dijo:
- Este es el enfermo al que le dan 5 ó 6 anginas diarias, bueno, sobre todo son de aparición nocturna...
- Oscuas, Pedrín... y... ¿ a qué están esperando para hacerle el cateterismo?- dije.
- Se lo realizan el lunes a las 8... iban a hacérselo hoy, pero al final no han podido... y no lo consideran urgente...
- Joder! pero, si hoy es viernes!... El paciente de esa guisa y todo el "finde" por delante?... ( miré de reojo la historia y poco me faltó para santigüarme )... pues que no pase nada...

F era un tanto particular.
Desde que me presenté y le dije que iba a ser su enfermera durante las tres noches siguientes, se mostró cortés y amable conmigo, siempre de manera muy correcta.
Era un poco demandante, pero todo lo pedía con educación y si yo estaba ocupada con otros pacientes, podía esperar a que estuviera libre para atenderle.
La primera noche tuvo un episodio "de los suyos", aunque sin mucha repercusión, con buena respuesta a los nitritos y de escasa duración.
El sábado, otros tres más, todos similares... aunque la peor noche fue la del domingo.
El dolor precordial hacía que F se despertara muy angustiado, con intensa disnea, sudoración profusa y sensación de muerte inminente.
Me llamaba y en cuanto me acercaba a su cama agarraba mi mano con fuerza y tiraba de mi, como asiéndose a la vida.
Recuerdo que hubo alguien que comentó con desinterés que F "montaba esos numeritos para llamar la atención"...
En cuanto pude me acerqué y le dije con discreción "no son numeritos, son episodios reales de angina, sólo tienes que ver los cambios en el ECG... esos no se pueden fingir...
Él cree que lo que le pasa es realmente grave, se siente literalmente "a morir"... imagínate por un momento su angustia... ¿ lo has vivido alguna vez?..."
Evidentemente, esa persona se reservó sus inadecuados comentarios el resto de la noche.
Cuando las crisis cedían, F comenzaba a llorar, diciendo que nunca encontraría la manera de agradecernos suficientemente los cuidados y la comprensión ofrecida en esos momentos que para él eran críticos...
- ¿Qué puedo hacer por vosotros...? Decidme, ¿qué puedo hacer?...
- Bueno... el tener un bar sería una buena solución...- dijo mi compañero Miguel jocosamente... es todo un cachondo...
- Pues si hay que montarlo, lo monto - respondió F entre risas y sollozos...

Dos días después, cuando me incorporé de nuevo al turno diurno, F estaba de alta y tuve tiempo suficiente para despedirme de él antes de salir a planta.
Tenía un aspecto estupendo y la cara mostraba felicidad y un gesto de satisfacción.
Me cogió las manos, esta vez de una manera más apacible, y me dio la gracias por todo mientras me ofrecía una amplia sonrisa.
Luego me dijo:
- Esther, no creas, si yo soy muy macho... salvo cuando me da la angina... jajajaja!

Salió en silla de ruedas diciendo adiós por los pasillos a todo el que veía y derramando, una vez más, mares de lágrimas por la desbordada emoción...

Un hombre sensible... y quizá solo...
Creo que estaba separado hacía años y no tenía un buen trato con los hijos...

Meses más tarde recibimos la visita de F, que venía a una revisión y aprovechaba para vernos y traernos unas cajas de bombones y una emotiva carta.
Yo personalmente no pude verle, aunque me hubiera gustado mucho, pero si pude leer con interés su preciosa carta y comerme un bombón a su salud.

Y sobre esa expresividad tan particular y tan atípica entre los del género masculino... sobre todo entre "los muy machos"...
Ya se sabe... los chicos no lloran...

7 Responses
  1. Juana Says:

    Debe ser que los infartos descontrolan mucho las emociones, justamente esta mañana me contaba una compañera que a su marido le ha dado uno, y ha "seducido" a toda mujer que se ha acercado a él, eso sí, las galletas, los bombones y los caramelos los compraba ella.
    Mi compa tiene un sentido del humor a prueba de bombas, menos mal, porque con tres niños no muy mayores ..... acojona un poco.


  2. Berni Says:

    Los infartos o "el ver las orejas al lobo", como se suele decir, que hace pensar en lo frágiles que somos... y varía, a veces, la visión o el sentido de la vida.
    Mucha gente, después de un bache serio de salud, tiene depresiones porque se replantean lo que ha sido su existencia y se dan cuenta que no les gustaba... sienten que han perdido un tiempo precioso...
    Espero que lo de tu amiga quede sólo en un sustillo...
    Un beso.


  3. Anónimo Says:

    Creo que el acercamiento a la muerte o una enfermedad grave, cambia en muchas ocasiones a las personas, aunque no a todas, conozco a gente que sale del hospital y sigue con su vida como si tal cosa, como si hubiera sido un corto viaje. Conozco también a otras que como tu dices Berni, se remplantean toda su vida, hacen balance e intentan cambiar lo que no les gusta de ella. También los hay que se complacen en afligirse, deprimirse y no salen de ahí.

    Lo que si está claro, es que ni el más macho del mundo, cuando pasa por un episodio de enfermedad grave, puede evitar el que las emociones afloren, sobre todo... la inmensa alegría de poderlo contar, esto es lo que de verdad los sobrepasa a todos, creer que no iban a salir del hospital, y ver que se recuperan gracias a vuestros cuidados.

    Un abrazo.


  4. Berni Says:

    Es que todos somos iguales ante situaciones de riesgo vital, las reacciones varían, pero básicamente son las mismas...
    Un beso.


  5. Anónimo Says:

    Cierto, yo soy muy macho pero, cuando veo al Aleti, me dan ganas de llorar, manita


  6. Berni Says:

    Es que, en el fondo, esa eterna pregunta de "papá,¿por qué somos del Atletic?", es una questión sin respuesta... o mejor:
    sólo puede deberse a un trasfondo verdaderamente masoquista... que en nuestra familia en particular, eso de los sufridores "lo mamamos" desde la cuna, jajajaja!


  7. Berni Says:

    Questión, cuestión...
    Últimamente estoy intentando recuperar mi potencial angloparlante, y se me cruzan los términos...
    O eso, o es la edad...