Estrés.
Palabra renombrada hasta la saciedad en los tiempos actuales.
Su traducción literal, "fatiga", no sé si tod@s la conocen, pero son muy pocas las personas que no lo hayan sufrido en alguna ocasión.
El estilo de vida y los ritmos a los que irremediablemente somete "la modernidad" de ésta sociedad en la que estamos inmersos hace imposible no caer en un estado de fatiga continuado, que es lo peligroso.
El estrés es una reacción corporal defensiva ante estímulos adversos o agentes estresores.
El sistema neurovegetativo más "atractivo" del que va "a su bola" (Sistema Nervioso Autónomo), es decir, el sistema Simpático, se pone en funcionamiento y predomina sobre el otro más "tranquilón", el Parasimpático, para que nuestro cuerpo se ponga en alerta frente a la incidencia de estímulos potencialmente nocivos.
Así nos posicionaremos en un estado determinado, preparados para la defensa valiente o la cobarde huida, como si se tratase de salvarnos de una caza a vida o muerte...
El corazón se acelera, la respiración aumenta y los bronquios "se abren" a tope, los músculos se contraen, las pupilas se dilatan, nos olvidamos de las ganas de comer y se nos pasa la urgencia miccional (si es que teníamos ambas antes del estímulo estresante)...
Luego se puede deducir que el estrés es bueno para sobrevivir, e incluso para ser más competitivo, si nos referimos al estrés en el ámbito laboral.
Eso es algo que algunos directivos japoneses han aprovechado para someter a sus trabajadores a un nivel de estrés óptimo, según ellos, maximizar el rendimiento de la plantilla y así llegar a cuotas de producción superiores, que se traducirían en mayores beneficios económicos y en alta competitividad en el mercado.
Puede que éste estrés sea una de las causas del altísimo índice de suicidios que se da en el el país nipón, aunque la crisis financiera que sufre desde hace una década parece ser lo que más afecta. De cualquier manera, las dos cosas van unidas...
Las cifras son escalofriantes, y el dato que más me horripila es saber que los suicidios han aumentado mucho en los últimos años entre los adolescentes y los niños.
Palabra renombrada hasta la saciedad en los tiempos actuales.
Su traducción literal, "fatiga", no sé si tod@s la conocen, pero son muy pocas las personas que no lo hayan sufrido en alguna ocasión.
El estilo de vida y los ritmos a los que irremediablemente somete "la modernidad" de ésta sociedad en la que estamos inmersos hace imposible no caer en un estado de fatiga continuado, que es lo peligroso.
El estrés es una reacción corporal defensiva ante estímulos adversos o agentes estresores.
El sistema neurovegetativo más "atractivo" del que va "a su bola" (Sistema Nervioso Autónomo), es decir, el sistema Simpático, se pone en funcionamiento y predomina sobre el otro más "tranquilón", el Parasimpático, para que nuestro cuerpo se ponga en alerta frente a la incidencia de estímulos potencialmente nocivos.
Así nos posicionaremos en un estado determinado, preparados para la defensa valiente o la cobarde huida, como si se tratase de salvarnos de una caza a vida o muerte...
El corazón se acelera, la respiración aumenta y los bronquios "se abren" a tope, los músculos se contraen, las pupilas se dilatan, nos olvidamos de las ganas de comer y se nos pasa la urgencia miccional (si es que teníamos ambas antes del estímulo estresante)...
Luego se puede deducir que el estrés es bueno para sobrevivir, e incluso para ser más competitivo, si nos referimos al estrés en el ámbito laboral.
Eso es algo que algunos directivos japoneses han aprovechado para someter a sus trabajadores a un nivel de estrés óptimo, según ellos, maximizar el rendimiento de la plantilla y así llegar a cuotas de producción superiores, que se traducirían en mayores beneficios económicos y en alta competitividad en el mercado.
Puede que éste estrés sea una de las causas del altísimo índice de suicidios que se da en el el país nipón, aunque la crisis financiera que sufre desde hace una década parece ser lo que más afecta. De cualquier manera, las dos cosas van unidas...
Las cifras son escalofriantes, y el dato que más me horripila es saber que los suicidios han aumentado mucho en los últimos años entre los adolescentes y los niños.
Algo falla, sin duda alguna.
Y dadas las tremendas consecuencias, parece que las autoridades quisieron tomar cartas en el asunto, y hace dos años empezaron a estudiarlo en serio para después poder actuar sobre los agentes desencadenantes.
Un poquito de sosiego Zazén es lo que necesitan.
Algo de lo que nuestra querida Juana nos podría hablar durante horas, que eso de la meditación transcendental la tira mucho.
Por eso cuando leemos algo suyo tenemos esa sensación de calma inmensa.
Da gusto charlar con alguien poseedor de tanta sabiduría, aplomo y serenidad ;).
Yo, por mi parte, voy a dedicaros un tema que va estupendamente con el post de hoy: No stress.
Para que se lo cantéis al jefe tempranito por la mañana cuando éste os llegue con exigencias "porculeras".
"I don´t wanna work today,
maybe I just wanna stay,
just take it easy,
cause there is no stress...
I know it´s not an awful crime,
something special in my mind,
nothing´s gonna cause me distress..."
Qué bueno!!
Aunque no creo que ninguno de nosotros estemos dispuestos a decírselo así a la cara, jajajaja!
Hay otra opción.
Unos ejercicios sencillos para quitarse el estrés momentáneo, justo antes de llegar al límite de la explosión.
Sinceramente, la música y la relajación me parecen opciones más razonables.
Buen día a tod@s l@s rinconer@s.
Berni.
Viernes 23/10/09.
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Mi tranquilidad está más asociada a la Terapia Transpersonal que hice con Manuel Almendro, te da una visión distinta de la vida, de tí mismo y de los otros.
Eso si, es como todo, hay gente que le gusta y gente que no le gusta. Como yo misma, no a todo el mundo le gusto, tu Esther es que eres un cielo.
El estrés es la exageración de un mecanismo natural que nos hace preparanos para la lucha o la huida.
Es normal que si estamos en la selva y tenemos un león delante, sintamos miedo. Lo que no es normal es que lo sintamos en una ciudad en la que al aparición de un león por la calle es algo no muy probable. Efectivamente nuestro ritmo de vida y algunos trabajos, favorecen la aparición de trastornos com el estrés, la ansiedad e incluso la depresión, que para mí es la epidemia silenciosa del siglo XXI. Tenemos que aprender a ser menos agresivos y competitivos.
Besos.
Juana, es imposible gustar a todo el mundo... pero ¿qué más da?
Creo que habrá muy pocas personas a las que no les agrades... ellos no saben lo que se pierden...
Muy de acuerdo con lo que dices, Julio.
La depresión es el gran mal del nuevo siglo, sin duda, y creo que los transtornos de la mente en general van a cobrar mucho protagonismo.
A mí nunca me ha gustado competir, salvo en el deporte, que para que exista juego bueno tiene que haber competición, eso es obvio...
Ese afán de superar a los demás por encima de todo me parece negativo. Genera una sensación de frustración tremenda cuando no se logra lo deseado, que casi siempre es ganar y destacar, signo de valía y autosatisfacción (para mí erróneo...).