Ayer fue un día "distinto", pero muy productivo.
Trabajaba en el turno de tarde, algo que últimamente, y por los cambios que hago, puede considerarse frecuente cuando es fin de semana, pero muy raro (por imposibilidad, más que por falta de deseo) en cualquier otro día.
Necesitaba librar hoy Jueves, y no había otra manera de hacerlo...
Concurría, sin yo saberlo previo al cambio, que se iban a entregar los premios de la
II Edición de Favoritos en la Red, organizada por DM, de la que soy fiel lectora, tanto en papel, como en formato digital.
Miguel Ángel Daniel, el Maño para los amigos, es uno de los blogueros más divertidos que conozco, y con su
Enfermedades de obreros y artesanos, aparecido hace solo unos meses en
MedicaBlogs, tiene a todos los de esta comunidad encandilados.
Él era uno de los invitados estrella, aunque no lo sabía...
Llegó a Madrid para participar en el evento, con modestia e ilusión, y se llevó el premio... qué emoción, Maño!!
Que como dirías, seguro, con tu particular humor, cuan Pretty Woman en la ópera, "Que casi me meo en las bragas"... digo..."que la emoción me embriaga"...
Cuando supe que iba a venir a los madriles, no dudé en ofrecerme como taxista particular, yo toda chulita, que no tenía ni puñetera idea de cómo llegar a aquel sitio, para mí remoto, en una calle cuyo nombre me recordaba una expresión que me decía una querida tía cuando yo era pequeña "eres más bonita que un San Luis..." (Avda. de San Luis).
Pero es que conocer al Maño en persona, no me lo podía perder, con las risas que me paso yo solita delante del ordenador cuando pincho en su blog...
Allí que estuve, a la hora de su desembarco en Atocha, como un clavo...
Bueno, si soy sincera, estuve una hora y media antes, lo más pronto que he llegado jamás a ningún sitio, y si no que se lo pregunten a "mi santo", que no sé cómo soportó los retrasos a los que le sometía cuando éramos novios, cuando el Amor le tenía cegado (sería por eso, claro...).
"Mi santo" es el que me acojonó diciéndome que, a esa hora ni de coña pensara llegar a Atocha, por el atasco que me iba a comer. Ni de coña aparcaría en el parking de la estación, sometida a grandes colas de espera sólo para entrar, y ni de coña llegaría a la dirección que le comenté...
Creo que en el fondo era una venganza personal por "el sarao" al que iba a ir, que estaba muertecito de envidia... y muertecito por saber quién coño me había "invitado"...
Aún así, no sin cierta reticencia, me guió por los sitios de la capital menos rápidos, pero sí certeros, que sabe que cuando me salgo de mi camino habitual tiendo a dispersarme por lugares ignotos con relativa facilidad... aunque también sabe que, como no soy lerda, llegaré bien, más Antes que Después...
Juana también quiso unirse al comité de recepción y quedamos un poco antes por la estación, con lo que la espera se me hizo mucho menos larga y bastante más agradable. :)
Las dos, como un par de "aborrescentes"...
- ¿Y cómo le vamos a reconocer? yo soy muy mala para estas cosas, que por la foto de su blog no voy a ser capaz... ¿A ti te conoce, Juana? ¿Te ha visto en alguna foto en Twitter o en Facebook?
- No, pero al final le mandé un correo dándole una descripción de cómo iba a venir vestida... qué divertido es esto!.
- Joder, Juana, ya te vale... (risas de las dos).
Menos mal que están los móviles, aunque yo no las tenía todas conmigo...
Estaba nerviosita perdida, porque mi teléfono habitual me había dejado vilmente hace unos días, que parece que olía el evento y mi necesidad de estar conectada y aprovechó para montar un trágico complot, como castigo por todos los desprecios que le hago...
Ayer mismo "mi santo" me encalomó un móvil de última generación, de esos táctiles con lapicito incluido... un juguete estupendo para los amantes de la tecnología en telefonía móvil, pero una pesadilla para mí, con desapego casi total hacia estos aparatejos, y deditos poco virtuosos, diría incluso "cuasi morcillosos" para estas ocasiones, vamos ideal para manejarlos...
Él lo sabe ( mi santo).
Sabe que no soporto los cambios de última hora, y que "las complicaciones tecnológicas" me enervan... pero de los quinientos cincuenta móviles que andan criando tela arañas en el cajón, éste es el único que casualmente tenía disponible... hay que joderse... Es parte de la venganza... estoy segura...
Bueno, descolgar lo sé hacer hasta yo, y como en el momento de la llamada del Maño estábamos casi enfrente de él, no hubo mucha confusión.
Cogimos el coche que estaba donde Cristo perdió la gorra, (pero EN EL PARKING, cariño, en el parking...) y nos fuimos en busca de la redacción de DM, como si del arca de Indiana Jones se tratara...
La M-30 (o Calle 30), un infierno, como siempre...
Después de salir de él, tomar el desvío correcto y callejear un poco con más o menos desacierto, llegamos, por fin! llegamos, con tiempo suficiente para tomar algo, que el calor y el sol de justicia nos tenía deshidratados...
En el evento en sí, al que Miguel Ángel y Juana me tuvieron "que arrastrar", porque no tenía intención inicial de entrar, lo pasé bien.
Conocí a algunos periodistas de DM, a la redactora jefe de diariomedico.com, Elena Escada, todos muy atentos, amables y simpáticos, a Rafael T., encantador, comentarista habitual en el blog de Miguel Ángel y bloguero también ( Rafael, también te he leído y creo haber hecho algún comentario en tu blog hace mucho tiempo, aunque, para ser sincera, no sé bien si lo tienes vigente...).
La hora bruja llegó y con mucha pena, me despedí.
Me tuve que marchar "cagando melodías", que el tráfico en Madrid a esa hora es, previsiblemente, un factor importante para no aparecer, hasta bien entrada la tarde, en el trabajo, y no quería hacer yo esa "putadita" a los compañeros antiguos que comparten conmigo la desgracia de estar currando el peor mes del verano, que el día 1 de Julio es mala fecha, entran "los nuevos", y puede resultar todo desastroso...
Y efectivamente, las espectativas del tránsito de vehículos, en cuanto planté las ruedas en La Castellana, no me defraudaron...
Eso, el calor criminal de las horas centrales del día (que el aire de mi Zafirita no daba para más), las caras de crispación de los otros conductores y la mala h*stia de los Agentes de movilidad, hicieron que volviera a dar gracias por ahorrarme ese trago en el turno que tengo, que aunque el madrugón "jode", compensa con creces, que no con placer, esos estresantes sofocones vespertinos...
Menos mal que en cuanto entro en el coche coloco la carátula del cassette, doy al contacto, la música empieza a sonar... y ya todo me da igual...
Berni.
Jueves 2/7/09.